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20 Oct

Un fragmento de "LA TIA JULIA Y EL ESCRIBIDOR"

Publicado por elby

 

-¿Y tú? -me dijo, doblando y guardando la mantilla en el ropero-. ¿Es cierto que estás

 

 

..."con la Julita? ¿No te da vergüenza? ¿Con la hermana de la tía Olga?

Le dije que era cierto, que no me daba vergüenza y sentí que me ardía la cara. Ella

.también se confundió un poco, pero su curiosidad miraflorina fue más fuerte y disparó

hacia el blanco:

-Si te casas con ella, dentro de veinte años serás todavía joven y ella una abuelita. -Me

tomó del brazo y me despeñó por las escaleras hacia la sala-. Ven, vamos a oír música y

allá me cuentas tu enamoramiento de pe a pa.

Seleccionó un alto de discos -Nat King Cole, Harry Belafonte, Frank Sinatra, Xavier

Cugat-, mientras me confesaba que, desde que Javier le contó, se le ponían los pelos de

punta pensando en lo que pasaría si se enteraba la familia. ¿Acaso nuestros parientes no

eran tan metetes que el día que ella salía con un muchacho distinto diez tíos, ocho tías y

cinco primas llamaban a su mamá a contárselo? ¡Yo enamorado con la tía Julia! ¡Qué tal

escándalo, Marito! Y me recordó que la familia se hacía ilusiones, que yo era la esperanza

de la tribu. Era verdad: mi cancerosa parentela esperaba de mí que fuera algún día

 millonario, o, en el peor de los casos, Presidente de la República. (Nunca comprendí por

qué se había formado una opinión tan alta de mí. En todo caso, no por mis notas del

colegio, que nunca fueron brillantes. Tal vez porque, desde chico, les escribía poemas a

todas mis tías o porque fui, al parecer, un niño revejido que opinaba de todo.) Le hice

jurar a la flaca Nancy que sería una tumba. Ella se moría por saber detalles del romance:

-¿La Julita sólo te gusta o estás templado de ella?

Alguna vez le había hecho confidencias sentimentales y ahora, puesto que ya sabía, se

las hice también. La historia había comenzado como un juego, pero, de repente,

exactamente el día en que sentí celos por un endocrinólogo, me di cuenta que me había

enamorado. Sin embargo, mientras más vueltas le daba, más me convencía que el

romance era un rompecabezas. No sólo por la diferencia de edad. Me faltaban tres años

para terminar abogacía y sospechaba que nunca ejercería esa profesión, porque lo único

que me gustaba era escribir. Pero los escritores se morían de hambre. Por ahora, sólo

ganaba para comprar cigarros, unos cuantos libros e ir al cine. ¿Me iba a esperar la tía

Julia hasta que fuera un hombre solvente, si alguna vez llegaba a serlo? Mi prima Nancy

era tan buena que, en vez de contradecirme, me daba la razón:

-Claro, sin contar que para entonces a lo mejor la Julita ya no te gusta y la dejas -me

decía, con realismo-. Y la pobre habrá perdido su tiempo miserablemente. Pero, dime,

¿ella está enamorada de ti o sólo juega?

Le dije que la tía Julia no era una veleta frívola como ella (lo que realmente le encantó).

Pero la misma pregunta me la había hecho yo varias veces. Se la hice también a la tía Julia,

unos días después. Habíamos ido a sentarnos frente al mar, en un bello parquecito de

nombre impronunciable (Domodossola o algo así) y allí, abrazados, besándonos sin

tregua, tuvimos nuestra primera conversación sobre el futuro.

-Me lo sé con lujo de detalles, lo he visto en una bola de cristal

 

 

con la Julita? ¿No te da vergüenza? ¿Con la hermana de la tía Olga?

 

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Acerca del blog

Este espacio intenta presentar opiniones y críticas literarias, musicales , fílmicas. Así mismo expresa mis vivencia en viajes y vagabundeos por el mundo.