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23 Jun

En camping car por el Norte de Italia

Publicado por elby

Casi 5.000 kilómetros en 15 días  tienen la culpa para el maravilloso viaje que hemos hecho por el norte de Italia. Hay mucha información pero muy dispersa para este tipo de viajes, con lo cual en esta entrada te quiero dar unas pistas que serán de mucha ayuda a quienes emprendan esta aventura.
Cosas que debes saber
  • Evidentemente, te tiene que gustar viajar pero además, el conductor ha de tener experiencia al volante; Italia tiene una conducción, digamos, un poco alocada.
  • Agosto no es el mejor mes para viajar: mucho calor y mucho tráfico. La cuestión es que yo no tengo oportunidad de hacerlo en otra época del año con lo cual, nos lo tomamos con tranquilidad. No me molestan para nada los sitios de mucho turismo, pero, eso sí, procuramos buscar las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde para ver las ciudades y poder disfrutarlas al máximo. Si puedes viajar en primavera o en septiembre u octubre, mucho mejor. ¡Aprovéchalo!
  • Las carreteras son buenas. Eso sí, en tu presupuesto deja un apartado importante para peajes, ya que prácticamente todo se desarrolla por carreteras de pago. Compensa poder avanzar de una ciudad a otra de una manera segura y rápida, aunque es delicioso de vez en cuando perderte por carreteras secundarias y pueblos yendo de un lado para otro.
  • Nuestro presupuesto también incluía las paradas en aparcamientos, principalmente por seguridad del vehículo y para tranquilidad nuestra.
  • El precio del combustible es muy alto. Las áreas de servicio, normales. Te encontrarás gasolineras cada pocos kilómetros, y en las poblaciones cada pocos metros, pero muchas de ellas cerradas los fines de semana.
  • ¡Ojo con el horario comercial en Italia, que lo respetan a rajatabla! A mediodía se cierra a las 12:30, y por la tarde a las 19:00 o 19:30 ya está todo cerrado.
  • Necesitarás llevar la tarjeta sanitaria europea, por si tienes algún problema de salud.
  • Mira tu póliza de seguro del coche, para ver qué cobertura tienes en caso de avería o de siniestro. Por supuesto, ten tu coche revisado y preparado para hacer un montón de kilómetros por un paisaje delicioso.
  • En cuanto al alojamiento, es un tema muy personal. Depende de tantas cosas… Los pequeños hoteles con encanto recomendados por alguien que haya estado es una opción fantástica, pero cuando no tengo referencias, prefiero una cadena de hotel, porque sé que una buena ducha y una buena cama están aseguradas casi al cien por cien. En internet hay una oferta muy variada en cuanto a precios. Hay que añadir el impuesto turístico, que varía de una ciudad a otra.
Día 1. Antibes—Génova

212 km

A partir de este día, las jornadas de viaje ya fueron muy llevaderas. Dedicamos la mañana a ver los maravillosos paisajes de la Costa Azul, desde Antibes hasta Mónaco, entre ellos las aguas más azules de Villefranche-sur-mer. Pasamos la mañana en la impoluta Mónaco viendo tranquilamente los escaparates de las tiendas —porque otra cosa es imposible—, y paseando por el puerto y por los jardines cerca del Casino.

Villefranche-sur-mer
Bahía de Villefranche-sur-mer

Aparcamiento aconsejado: Golden Square, en la Avenue du Henry Dunant, al lado de Zara, y cerca del Casino.

Desde allí, rumbo a Génova, parando en San Remo para comer y viendo durante el viaje los preciosos paisajes de la riviera italiana. Llegamos a nuestro destino para descansar y dormir.

Día 2. Génova—Pisa

211 km

Aunque Génova para nosotros era ciudad de paso, no quisimos dejar de dar una vuelta a primera hora de la mañana. Todo gira en torno a su enorme puerto y con cierto aire decandente que me recordó un poco a Lisboa y otras ciudades de Portugal. En la parte más alta de la ciudad, en Il Forno di San Nicola dei Fratelli Oberti, en Corso Firenze 53, encontramos la mejor foccacia que hemos comido en todo nuestro periplo italiano. Nos encanta comprar pan en las ciudades que visitamos, para tomar un tentempié a media mañana o si tenemos previsto hacer comida de picnic.

Pisa
El Baptisterio, el Duomo y la torre pendente de Pisa

A la hora de comer estabamos en Pisa. Ese día hacía mucho calor, y descansamos en el hotel hasta que bajaron un poco las temperaturas y pudimos salir a recorrer la ciudad un poco alejada de los tópicos de la torre pendente, cuya visita dejamos para el día siguiente. Pisa es una ciudad muy cómoda y agradable para pasear tranquilamente por su centro histórico, disfrutar de sus momumentos, de sus calles y del río Arno que la atraviesa.

La idea era cenar en una pizzería, y no hay nada mejor que preguntar a algún lugareño para no meter la pata. Un muchacho bien amable nos llevó hasta su pizzeria favorita, y acertamos al 100%: Le Scuderie, en Vía Sancasciani, 1, muy cerca de la plaza Vittorio Emanuele II. Pizzas al horno de leña ¡por metros!, con una masa estupenda, la bebida helada, todo ello en un jardín fantástico. Precio correcto; si te sobra algo, te lo ponen en un paquetito para llevar. Muy recomendable.

Día 3. Pisa—Siena

137 km

A primera hora de la mañana hicimos nuestra visita a la torre de Pisa. Por muy folclórico que sea hacerse las fotos sujetando la torre, y por muy tópico y típico que sea el monumento, me parece un sitio estupendo para pasar un rato relajado y divertido. El recinto es precioso, no sólo por la famosa torre, sino por el conjunto que forman la torre, el Duomo y el Baptisterio. La zona está llena de pequeños puestos de souvenirs. Hay varios aparcamientos no cubiertos, muy cómodos y baratos justo enfrente de la torre.

A la hora de comer estábamos en Siena, e hicimos lo mismo que el día anterior: descansar en el hotel las horas de más calor y salir a pasear mediada la tarde.

Siena
El Duomo de Siena al atradecer

Dicen de Siena que es la ciudad medieval mejor conservada de Europa. Hay varios aparcamientos públicos que te permiten dejar el coche cerca del casco histórico, pero quizás el más cercano sea el del Stadio Comunale, al que se accede por la Piazza de San Domenico. En tus primeros pasos desde el aparcamiento encontrarás la Piazza Salimbeni —a la vuelta nos sorpendió su iluminación—. Su plaza principal, la Piazza del Campo es el punto de encuentro de turistas de todo tipo, tanto los que quieren cenar en los coquetos restaurantes como los que quieren sentarse a descansar sin hacerle ningún gasto a la ciudad. Encontrarás fotografías por todos los lados de su famosa carrera de caballos que se celebra cada dos años en esta plaza. Puedes pasear por Via Blanchi di Sopra, la principal calle comercial, con muchas heladerías a precios intocables.

Si sigues paseando, a pocos metros disfrutarás de uno de los monumentos góticos más hermosos de la ciudad: el Duomo de Santa Maria Assunta, pensada para superar en tamaño a San Pedro de Roma. ¡Puedes pasar horas muertas admirándola!

Día 4. Siena—Florencia, la Toscana

87 km

La idea era pasar el día empapándonos de los campos de la Toscana, de sus viñedos, de sus cipreses y de sus maravillosos pueblos medievales, que merecen una entrada aparte. Tuvimos suerte, porque no hacía un calor excesivo para disfrutarlos. Fue ideal para una conducción tranquila, para ir parando y para disfrutar en nuestro caso con productos locales para degustar en el campo. Cualquier mirada a derecha o a izquierda desde la ventanilla de tu coche es un fantástico cuadro.

Después de este día tan campestre, teníamos claro que queríamos llegar a Florencia antes del anochecer, para ver una de las estampas más hermosas de este viaje, que es la puesta de sol desde Piazzale Michelangelo. Hay aparcamiento en la misma plaza.

Florencia
Anochecer en Florencia desde Piazzale Michelangelo

Día 5 y 6. Florencia—Bolonia

108 km

Las primeras horas de nuestra séptima etapa fueron para pasear por Florencia, en una jornada con mucho calor, pero es una ciudad tan hermosa, que casi ni sentimos los rigores del mes de agosto. Puedes dejar el coche en el aparcamiento La Stazione, en Via Luigi Alamanni. Dejas el coche con las llaves puestas, dices cuánto vas a tardar más o menos, y te lo aparcan. Trabajan bien y rápido.

Florencia, al igual que Venecia, es una ciudad literalmente tomada por los japoneses, que disfrutan con sus paraguas, sus cámaras y sus guías de una preciosa ciudad. Puedes empezar tu paseo por cualquier calle que te lleve hasta el Duomo. No dejes de fijarte en la maravillosa obra de Ghiberti, La Puerta del Paraíso, en el Baptisterio. Es imposible no admirar la obra de Brunelleschi, la cúpula del Duomo, cuyas peculiaridades encontraréis en cualquier guía, y el campanile de Giotto.

Puedes continuar por la Via Dei Calzaiuoli hasta la Piazza de la Signoria, donde puedes ver la réplica del David de Miguel Angel —el original está en la Academia, en Via Ricasoli, que sale también desde la Piazza del Duomo, pero hacia el lado contrario— o la Loggia dei Lanzi. Desde allí puedes pasar por el Piazzale degli Uffizi y llegar hasta el río Arno, donde tendrás una preciosa vista del Ponte Vecchio. ¡Te encantará ver sus casas colgando sobre él!. Tiendas tranquilas de joyas ocupan los locales del puente. Si dedicas cinco minutos a pasear más allá del puente entre tiendas de calzados que te dejarán la boca abierta, por diseño y por precio, llegarás al Palacio Pitti.

De vuelta al aparcamiento no dejes de ver y admirar el Palacio Strozzi.

Ojo al tema entradas de museos. Puedes sacarlas a través de internet, con hora asignada, pero te da lo mismo: no tienes acceso preferente, es un poco caótico, y tienes que esperar la misma cola que todo el mundo.

Una vez recogido el coche salimos camino a Bolonia, adonde llegamos con ganas de darnos una vuelta para tomar el pulso de la ciudad. Dejamos el coche en el aparcamiento Autoestazione di Bologna, en la Piazza XX Settembre. Desde ahí se accede fácilmente al casco histórico por Via de la Indipendenza. A pesar de ser verano y de haber poco del ambiente estudiantil del que tiene fama, la zona centro tenía muchas tiendas de productos gastronómicos de la zona, principalmente quesos —especial mención al parmigiano reggiano y al grana padano— y fiambres —entre ellos el zampone, pie de cerdo relleno de carne—, con sus terrazas para degustarlos. No puedo olvidarme de contarte que poco importa que llueva para hacer estos paseos y paseos gastronómicos, porque mucho tiempo andarás bajo pórtico: Bolonia tiene más de 30 km de calles porticadas, además de un casco histórico muy bien cuidado.

Y por hoy, esto es todo. Seguiré con este viaje en entradas posteriores. 

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Acerca del blog

Este espacio intenta presentar opiniones y críticas literarias, musicales , fílmicas. Así mismo expresa mis vivencia en viajes y vagabundeos por el mundo.